domingo, 27 de junio de 2010




¡Quiéreme!
Manifiéstate de súbito. Choquémonos como por arte mágico en el Bukowski un miércoles. Pidámonos disculpas. Intentemos tirar el muro gélido diciéndonos las cuatro cosas típicas. Invitémonos a bebidas alcohólicas. Escúchame decir cosas estúpidas y ríete. Sorpréndete valorándome como oferta sólida.
Y a partir de ahí, ¡quiéreme!
Acómpañame a mi triste habitáculo. Relajémonos y pongamos música. De pronto, abalancémonos como bestias indómitas. Mordámonos, toquémonos, gritémonos. Permitámonos que todo sea válido. Y sin parar follémonos, follémonos hasta quedar afónicos, follémonos hasta quedar escuálidos.
Y al otro día, ¡quiéreme!
Unamos nuestro caminar errático. Descubramos restaurantes asiáticos. Compartamos películas. Celebremos nuestras onomásticas regalándonos fruslérías simbólicas. Comprémonos un piso. Hipotequésmolo. Llenémoslo con electrodomésticos y regalémosle nueve horas periódicas a trabajos insípidos que permitan rellenar el frigorífico.
Y mientras todo ocurre ¡solo quiéreme!
Continua queriéndome mientras pasan espídicas las décadas. Dejando que nos arrogen al hospital geriátrico. Inválidos, mirándonos sin más fuerza ni diálogo que el eco de nuestras vacías cáscaras.
¡Quiéreme!
Para que pueda decirte cuando vea la sombra de mi lápida ojalá, ojalá como dijo aquel filósofo el tiempo sea cícilico y volvamos reencarnándonos en dos vidas idénticas. Y cuando en el umbral redescubierto de una noche de miércoles pretérita, tras chocarme contigo girándote me digas "Uy, perdóname". Ruego que permita el Dios auténtico que recuerde el futuro de este cántico. Y anticipándolo pueda mirarte directo a los ojos. Y conociéndolo muy bien y sabiendo el devenir de futuras esdrújulas destrozando de un pisotón mi brújula te diga solo "quiéreme"...


Por si no estaba aún puesto por aquí, porque debe estarlo.DANIEL ORVIZ, mécanica planetaria.
Fotografía: Alberto García Alix.